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PALACIO URIBURU

Un castillo, en la memoria de Villa Elisa.
Fue construido a pocos años de la fundación de La Plata y un incendio lo destruyó en la década del 60
Símbolo de una época en que la aristocracia porteña había escogido Villa Elisa para erigir sus mansiones de verano, el Palacete de Uriburu se perdió allá por el año 60 cuando un incendio lo redujo a escombros. Su recuerdo sin embargo subsiste en la memoria de algunos viejos habitantes de la zona que lo recuerdan como un castillo de ensueño, desbordante de belleza y poesía.
Había sido construido en 1893 por encargo de Don Francisco Uriburu, quien deseaba tener una vivienda veraniega cercana a la de su hija Elisa, casada con Luis Castells. Su propietario -político y hombre de negocios con almacenes comerciales, bodegas, aserraderos, campos, una calera y hasta un diario- no escatimó en gastos al erigirlo.
Diseñado por el arquitecto Duplan con materiales traídos de Europa, el palacete de líneas francesas se caracterizaba por sus techos de mansarda negra, torretas, chimeneas y terrazas que le valieron el mote de "Castillo" entre los primeros habitantes de la zona. Con todo, la finca en que se levantaba no era menos portentosa.
Tras un enorme portal de hierro forjado nacía una avenida de palmeras y coníferas que conducía hacía la casa. Frente a ella había un lago y una fuente con cuatro caballos de bronce. Y a su alrededor, una gruta, una pajarera, una glorieta, una piscina cubierta con una cúpula de vidrio, un invernáculo en el que se cultivaban orquídeas y cuyo domo era tan alto que asomaba entre los árboles, cocheras, caballerizas, una vivienda para los caseros y un monte de frutales conocido por los lugareños como el "monte de Uriburu".
"Además de una mansión de verano, el Palacete de Uriburu era un lugar de reunión habitual de políticos, frecuentado por Dardo Rocha y Julio Argentino Roca entre otros amigos de su propietario. Pero también era un escenario frecuente de grandes fiestas y recepciones. Como estaba instalado junto a las vías del ferrocarril, en la zona que hoy ocupa el Barrio Jardín, el tren se detenía junto a su portal de acceso para que bajasen los músicos, chefs, garcons y pinches de cocina con víveres y bebidas. En esas ocasiones, según se cuenta, la cola de carruajes arribados desde Buenos Aires llegaba hasta el camino", relata Paulina Juzsko, autora del libro "Vivir en Villa Elisa".
Su momento de esplendor terminó sin embargo con la muerte de Uriburu, ocurrida en 1906. "Si bien siguió ocupado durante algunos años por su hijo, Pancho; el palacete, aún intacto, quedó finalmente a cargo de una única ocupante, su casera, Doña María, quien vivió allí hasta que en la década del treinta la familia perdió la propiedad debido a reveses económicos", explica la escritora.
EL INCENDIO
Hacia 1938, Kurt Ligenfelder, dueño de un aserradero en la capital federal y gerente del Banco Boston, compró una parte de la finca donde se encontraba el monte de Uriburu y la casa de los caseros. Y en 1952 se lo vendió a su vez al Ministerio de Marina que levantó allí un barrio para suboficiales y personal civil, el origen del actual Barrio Jardín de Villa Elisa.
En cuanto al palacete, la compañía importadora y exportadora La Patagonia, de los Menendez Behety, lo adquirió junto a nueve hectáreas de terreno en 1952 para convertirlo en la hostería de una colonia de vacaciones para su personal.
Un poco venido a menos, lejos de su época de esplendor, el palecete se prendió fuego en 1960. El incendio se desató la noche del 9 de septiembre en la parte superior. Cuatro dotaciones de bomberos de La Plata y una de Ensenada combatieron las llamas en vano durante once horas. Construido casi totalmente en madera, el incendio fue tan voraz que apenas si dio tiempo a rescatar algunos muebles de la planta baja. Nunca pudo determinarse la causas del siniestro. La leyenda habla de una mano intencional.
Lo cierto es que salvo unas fotografías desteñidas, de su pasado esplendor casi no quedan vestigios más de allá del portal de hierro forjado, la gruta, el aljibe, la casa de los peones, la caballeriza y la glorieta donde alguna vez las orquestas hacían bailar a los invitados al ritmo de un vals que hoy resuena lejano y fantasmal.
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Fecha de construcción: 1890-1893
Arquitecto: Duplan
Estilo: Francés
Destino original: Vivienda veraniega

Destino actual: parque recreativo